sábado, 23 de abril de 2011

Lo siento, pero primero voy yo.

A medida que empezamos a ser nosotros mismos, nos liberamos de lo que implica responsabilizarse de la vida de los demás. Dejamos de darle importancia a lo que los demás piensen sobre ti, teniendo en cuenta, que el hecho de ser adulto, nos proporciona la libertad de escoger. 
Preguntas como ¿Qué quiero? ¿Qué pienso? ¿Qué siento?, empezar a plantearnos alternativas, poniendo límites que nos protegen, y como bien indica la palabra "proteger", tiene la finalidad de cuidarnos a nosotros mismos/as.
Las situaciones conflictivas con uno mismo, no se resuelven de la noche a la mañana, sinó que necesitan un tiempo de "cicatrización". En el momento en el que contactamos con nuestro interior, estamos haciendo un esfuerzo por comprender, pero no solo el entender nos aporta un alivio sincero, es un alivio momentáneo y efímero, que se desvanece después y de fácil obtención en futuras situaciones.
Cuando miramos dentro y llegamos a la raíz de la cuestión, ese es el momento en el que nos liberamos de todo y somos realmente conscientes del problema. Algo muy común, es que normalmente cuando "aceptamos" como somos y como actuamos. y nos damos cuenta de ello, no nos gusta reconocer nuestros errores y también es necesario saber que no es que este "mal" no reconocerlo, sinó que es natural que no nos guste todo lo que vemos de nosotros mismos/as.

2 comentarios:

  1. "Entonces te juzgarás a tí mismo. Lo cual es más díficil que juzgar a los demás, y si logras juzgarte bien, serás un verdadero sabio" El Principito

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  2. Sí! exacto por ahí va la cosa!

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