miércoles, 18 de mayo de 2011

Tomando las riendas


Atender nuestras propias necesidades es algo a lo que estoy intentando acostumbrarme. No creo que lo hubiese podido hacer un tiempo atrás, ya que no tenía las herramientas para poder hacerlo. Y es que ahora, creo que estoy empezando a encontrarlas, veo que puedo, se que puedo, y abro mi mente a esa idea. Que sin duda alguna me llena.

Me he dado cuenta de que hay menos cosas en el hoy que me preocupan mucho menos de lo que me esperaba, antes no hubiese podido evitar que estas cosas me atormentaran, por pequeñas que fueran, mi vida se volvía un tormento a la mínima de cambio. Cada vez soportaba menos las críticas, no podía sufrir que alguien me dijera a MI que lo estaba haciendo mal. Y aquí viene mi conclusión: ¿quién es el que le da poder a esas palabras o a ese juicio de valor? YO. El error está en creer ciegamente que las palabras de otros tienen autentico poder sobre nosotros, y por desgracia es así, nosotros damos ese poder a esas personas, creyéndonos dignos de un castigo casi divino, y parece que nos guste castigarnos.
Podemos equivocarnos sí, y hacerlo mal, y solo por el mero hecho de ser humanos nos podemos permitir ese lujo. El problema viene dado cuando nos exigimos niveles desorbitadamente inhumanos, respecto las expectativas que los demás depositan en nosotros, por ejemplo, entre otras.
En tu mano esta dejar de sufrir por estas cosas, que sin darte cuenta rodean tu vida. No intentes camuflarlo con alcohol, con drogas, con actividades que impliquen poner en juego las emociones al máximo nivel, ya que los extremos nos suelen atraer mucho, estar mega deprimido a estar mega feliz, porque de la misma manera en la que te subes al Dragon Khan bajas de él. Es un parche momentáneo que te proporciona una sensación de alivio ficticio, porque en realidad no esta tratando, en el sentido médico de la palabra, el auténtico problema. Entonces, ¿qué es sino el ser humano sin sus emociones? Ocuparnos de eso, de una manera real nos hace libres, y cuando crees en ello, realmente es cuando sucede, sin una explicación, sin una meditación mental propuesta por la fuerza de voluntad.

Cuando las situaciones nos superan o las emociones nos desbordan, es porque todos seguimos un patrón de conducta, en la cual, cada persona en el mundo, tiene sus propias particularidades. Y como bien dije en el texto anterior, creo que es porque nos han enseñado a vivir en estas condiciones, en una sociedad del no sentir, del tapar, de la vergüenza ajena, del desprecio, y en definitiva del desamor. Aunque en el fondo, muchos de nosotros compartimos muchos de esos rasgos, en ese sentido no estamos solos, pero sí lo estamos a la hora de enfrentarnos a nosotros mismos. Plantarse cara no es fácil, coger el toro por los cuernos tampoco. Es duro, pero una vez empiezas, y sabes lo que se siente, no puedes evitar dejar ese camino. Porque te proporciona tal libertad, que yo personalmente, nunca en mi vida he experimentado nada igual. No creo que pueda volver a sentir esa misma sensación exacta, pero sí muchas parecidas, y es que la vida me presenta retos día a día, y esa idea me encanta.  Son un cúmulo de oportunidades, para poder ponerme a prueba. Y ahora es cuando estoy empezando a ser consciente de todo lo que esto implica.

Implica ser consciente de que uno es ante todo humano, con todo lo que esto conlleva, aunque a veces nos cueste asumirlo. No somos máquinas las cuales no sufren ni sienten desprecio hacia sí mismos. Tenemos nuestros propios límites como especie y como seres humanos. Yo en particular, tengo mis defectos, y poco a poco esa concienciación me aún más libre y más fuerte. No le debo explicaciones a nadie, de lo que hago, de lo que soy ni de lo que siento. Siento que YO tengo el poder en mi vida y no necesito buscar la aprobación en nadie.

martes, 17 de mayo de 2011

Enfermos

Nos han educado de una manera en la que los sentimientos no cuentan para nada, la autestima esta por los suelos, nos creemos lo peor de lo peor, y los disfrazamos con autoconvencimiento y con fuerza de voluntad, tapamos profundamente todas aquellos estigmas de los que nos sentimos prisioneros/as.
Dejamos que eso domine nuestras vidas, reflejándose en actos de ira y rabia contra las personas que nos rodean, y es que simplemente los hechos de los demás que nos enfurecen, asustan o nos desagradan, son un espejo de nuestra alma. Lo podrido/a que este nuestro vecino/a por dentro es el equivalente de lo podridos/as que estamos. Y es que la clave la tenemos nosotros/as, nadie va a bajar del cielo a salvarte de tus penas, ni de tus decepciones ni de tus enfados, nadie te puede hacer feliz. Realmente creo que es una IDIOTEZ pensar eso, y es que la felicidad la creamos día a día, nosotros mismos, el poder lo tenemos nosotros. Pero las historias de amor que salen en la televisión, las canciones de amor de los 40 principales, nos enseñan eso, a amar de manera enfermiza o loca por así decirlo, si no sufres no amas, eso es lo que nos dicen, y nos lo creemos ciegamente. Con embudo nos entra por los cinco sentidos, y yo a esto lo llamo incosnciencia. Somos realmente inconscientes del daño que eso nos hace día a día, año tras año. Creemos tener el control de nuestras vidas, y realmente solo somos borregos siguiendo estereotipos. Idealizando todo lo que creemos perfecto y beneficioso para la sociedad. 
¿alcanzar un ideal?Personas que se convierten en auténticas quimeras de laboratorio, ¿eso es lo que queremos? ¿de verdad? Por favor, no me hagáis reír, nuestra autestima nos dice que nunca llegaremos a ser suficientemente buenos, que no seremos merecedores de nuestras propias victorias. Y me paro a pensar en eso, y veo que es una lucha tan sumamente contradictoria, que hace que estemos constantmente sometidos a una lucha interior, que nos desgarra y nos hace infelices.

lunes, 16 de mayo de 2011

No decir no, no decir lo que queremos decir, no estar en contacto con lo que necesitamos o queremos, no estar viviendo nuestra propia vida, crea ingobernabilidad. Es posible que nos dominen a tal grado que las expectativas y los deseos de otro que nos sintamos como títeres, sin una vida propia.

Algunos nos dejamos atrapar por relaciones insanas de las que no podemos salir. Algunos nos aislamos, aterrados de arriesgarnos, porque nos sentimos incapaces de cuidar de nosotros mismos dentro de una relación, y tenemos miedo de desilusionarnos y de ser lastimados de nuevo.

Podemos vivir para siempre desdichados, aguantando la vida, apenas pasándola, esperando recibir nuestro premio en el cielo sin saber que existen premios diarios por el simple hecho de estar vivos i vivir nuestra propia vida. 

Padecemos frustración, confusión y con frecuencia un alto grado de negatividad, autodesprecio, represión y depresión. Dejamos de querernos y de cuidar de nosotros mismos cuando hemos tratado de cuidar demasiado de otros o en formas que no son sanas para ellos, para nosotros o para la relación.

El control

Controlar crea una energía especial. Las personas la perciben aunque sólo estemos pensando en ello sin actuar. Las personas reaccionan a ésta, a veces haciendo deliberadamente lo que intentamos que no hagan, o no haciendo lo que queremos que hagan. Es una energía dominada por el miedo.
Es natural desear controlar a otros, sonre todo cuando están dañándose a sí mismos o a nosotros, o cuando las cosas no funcionan como queremos. Pero no es nuestra responsabilidad cuidar de otros, de sus sentimientos, pensamientos, decisiones, crecimiento y responsabilidades. Es nuestra responsabilidad hacer esto para nosotros mismos. 

Esto no implica: No me puedo defender contra lo que otros me hacen o me han hecho. Estamos diciendo lo opuesto: que somos responsables de nosotros mismos y de nuestros asuntos. Los otros son responsables de sí mismos y de sus asuntos, nos guste o no la forma en que cumplan con esa responsabilidad.

Somos responsables de aliviar nuestro propi dolor, de enfrentar y manejar nuestros propios miedos, de decir que no, de darnos a nosotros mismos lo que necesitamos, de poner nuestros límites, de elegir y tomar decisiones cuando necesitemos hacerlo para cuidar de nosotros mismos en cualquier circunstancia o situación. No somos víctimas.
Cuando comencemos a cuidar de nosotros mismos, comenczaremos a vivir nuestra propia vida, y todo lo que nos corresponde será nuestro. Cuando dejamos d controlar a los demás podemos permitirles llevar su propia vida y confiar en ellos para hacerlo.